El tiempo no corre, ¡vuela!

Casi no me doy cuenta de lo poco que falta, los días pasan volando, sé el día en el cual vivo gracias a la hora de apuntar la fecha de elaboración de los productos realizados en el trabajo, y es cuando me siento y desconecto cuando veo lo poco que falta para volver a casa con mi familia y mis amigos.

Esta ultima semana nos vino a visitar nuestro tutor, Joan Capo para realizar el seguimiento de las prácticas de empresa de los cuatro, a parte de realizar el seguimiento tuvimos la ocasión de ir a visitar la institución docente de hostelería que se encuentra en Massa, donde tuvimos el privilegio de ver las grandes diferencias que hay entre la enseñanza que hay en España con la que hay aquí en Italia. El lugar donde se reparten dichas clases es un edificio que antaño fue el palacio de unas persona de alto estatus social, que hoy en día está protegido por el gobierno de Italia por lo cual no se puede alterar su estructura, por este mismo motivo el exterior del edificio parece un poco cochambroso, pero llega a tener su encanto, a parte de esta experiencia con el tutor, a la noche siguiente nos invito a los cuatro a cenar a un chino colindante al hotel donde realizo las practicas, con su mujer y el (fuimos a este establecimiento, ya que la gran mayoría de locales cierran entre las diez y las once de la noche, ya que aquí en Italia se cena muy pronto, pero por suerte el lugar no nos decepciono y comimos muy bien por un precio asequible).
Cuando llego el lunes en esta ocasión solo pudimos librar Teresa y yo, las dos otras compañeras en el trabajo les pidieron atrasar los días libres, ya que tenían mucho trabajo a realizar. El destino fijado esta vez fue Siena, que esta vez no sufrimos ninguna complicación y pudimos llegar perfectamente, eso si un poco cansados del viaje, ya que hicimos tres horas dentro del tren hasta llegar a nuestro destino. Al salir por la puerta de la estación de tren nos encontramos un poco fuera de lugar, sin saber que rumbo coger, y que nos encontrábamos en las afueras de la ciudad y nuestro destino era el centro, pero con la ayuda de un par de personas supimos coger un autobús que nos llevo directos hasta el centro de la ciudad, donde allí en la plaza más cercana compramos un mapa cada uno y empezamos a caminar y a caminar. Nos pateamos casi toda la ciudad entera y vimos los monumentos y edificaciones más importantes y conocidos, nos lo pasamos genial aquel día, pero antes de coger el tren rumbo a casa no pudimos evitar caer en la tentación de pasar antes por el centro comercial y comprar un par de cosas para nuestras familias, para nosotros mismos y como no, cosas comunes para la casa como jabón o aceite. Hay que decir que el trayecto de vuelta se me hizo más efímero y a las nueve y media de la noche entrabamos por la puerta de nuestra casa cuando habíamos salido de ella a las ocho de la mañana.

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